Mi participación
en la propuesta <Alicientes>
del blog de Ginebra Blonde.
del blog de Ginebra Blonde.
Más lecturas aquí.
Se apagó junto a la última estrella de aquella madrugada. Lo
supe antes de oír los pasos que traería la noticia, la puerta cedió y la voz
femenina me condujo a ese pozo sin fondo, me sentía como Alicia cayendo por la
madriguera del conejo, solo que esta vez no era un sueño, era real.
Dijo el adiós más amargo que existe, ese que rompe con todo,
como dos glaciares cuando se parten separándose y sabiendo el destino de cada
uno. Así ocurrió y así sentí su marcha. Mi mente adolescente no aceptaba la
derrota, mi chulería, mi rebeldía, todas las guerras se rebelaron en mí o
contra mí. Renuncié antes de empezar.
En medio de mi doloroso silencio solo alguien que ha sufrido
lo mismo es capaz de escucharte desde la distancia y él lo hizo. Tras una de
sus clases, mi profesor de prácticas me pidió unos minutos, sin preguntar nada
me dijo que sabía por lo que estaba pasando, sabía de mi lucha interior y que las batallas más importantes en la vida son
las que peleamos diariamente en el silencio de nuestra alma. De nosotros
dependía si quedarnos o volver, ni su hijo ni mi hermano lo harían jamás,
hiciéramos lo que hiciéramos.
Esas palabras rebotaron en mi cabeza durante un tiempo. Al fin
tomé la decisión, retomé los estudios, le brindé a la causa todo mi esfuerzo.
Me dediqué por años en cuerpo y alma al estudio de la enfermedad. Mi aliciente
era la cura, salvar cuantas más vidas pudiera, jugar a ser un dios bondadoso.
Nada me motivaba tanto como ir consiguiendo logros hasta el día de hoy que sigo
trabajando en ello en una de las universidades más prestigiosas del país.
©Auroratris