Mi participación en la propuesta "Collage"
Más participanes AQUÍ.
Waldemar Strempler - Autor |
Te cuento una historia, pero no te deprimas antes de
empezar. Puede que te guste, te atrape y hasta me aplaudas al terminar, o puede
que me des esa pastilla mágica que me hace dormir y callar. Me consideras una
anciana del lugar, parte de este edificio añoso y habitado por cuerpos y mentes
desahuciados por la sociedad, e incluso por la misma familia. Yo no tengo
familia, así que has acertado por quién he sido reclutada en este circo.
Aquí donde me ves, totalmente inmóvil, a la espera de que
una mano me otorgue la ayuda necesaria para cubrir mis necesidades tengo la
mente totalmente lúcida, me gusta atravesar el tiempo para posicionarme en
aquellos años revoltosos y traviesos de mi vida.
¿Me imaginas así? Estudié psicología, es algo que me fascinó
desde niña, de hecho, sin que os deis cuenta os analizo en cada uno de vuestros
movimientos, incluso vuestras conversaciones me son propicias para mi estudio.
En el último año de carrera, no lo tuve fácil con mi Tesis
Doctoral. Se me ocurrió estudiar El Arte
de la Seducción. ¡No me mires así!, aquí donde me ves hecha un ganchito, era todo un pivón. Escogí para la ocasión a dos
hombres totalmente opuestos, cuando digo opuestos, lo digo en el sentido más
literal. Ellos no conocían mis intenciones, y yo desconocía cómo podía acabar
el invento.
Atravesar un corazón de acero lleva un trabajo arduo y
astuto que hizo, que mi ingenio se despertara de manera libre. Así que el juego
comenzó con el complicado desconocido. Sin darme cuenta me convertí en una femme fatale para la ocasión. Te
confieso que disfruté mucho de cada descubrimiento. Llegué a confundir lo ético
y lo personal. Él era todo un maestro en la seducción
donjuanesca. Me volvió loca de celos. Me enamoré sin remedio. Fue el
momento perfecto para comenzar con el siguiente candidato. Un clavo saca otro
clavo.
El otro clavo me lo puso en bandeja, bueno, más bien en
cueros. Fue sencillo hacer de Lolita, niña ingenua que aplaude cada mínima
ocurrencia. Conocí sus parafilias, algunas
me creaban una risa imposible de contener, provocando su enfado. Sabía cómo
manejarlo y rápidamente lo volvía a tener comiendo de mi mano haciéndole creer
que era al contrario. Este me propuso matrimonio, ante mi negativa y su
insistencia tuve que revelarle lo de mi tesis. Desapareció de la faz de la
tierra. Entonces fue cuando le empecé a echar de menos. ¡Vaya suerte la mía!
Por un tiempo, continué añadiendo candidatos para mi tesis,
pero faltaba la chispa primera. Aun así, pude acabar con las distintas clases
de seducciones.
Y, ¿a cuento de qué te estaba contando esto? Ah, sí. Te he
visto jugar con el Doctor, no seas tonta, disfruta de ese juego de seducción
sin poner los sentimientos por delante porque puedes acabar como yo.
No, como un gancho no. Con una tesis doctoral y más sola que
la una.
©Auroratris
Mi participación |