Participación en el proyecto Tentación-es
del blog de Ginebra Blonde
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Las oportunidades se presentan solas, o eso dicen. Y ahí
estaba yo, dispuesta a emprender un camino totalmente nuevo para mí… sin pensar
que los giros inesperados están a la vuelta de la esquina.
Faltaba más de una hora para la salida de mi tren. Así que
decidí esperar el momento en la Cafetería de
aquella pequeña Estación. Pronto me reuniría con
alguien que me llevaría directa a la Fama o eso
me dijo entre burbujas de champán y algún que otro beso enredado entre sábanas
de satén.
Me dispuse a repasar las últimas notas, enviar los mensajes
atrasados, responder al correo de la mañana y en medio de mi propia abstracción
no me percaté de la llegada de aquél hombre.
Aquél hombre…
Se alinearon los planetas porque en ese preciso instante
nada volvería a ser como antes. Ni mi vida ni la suya, ni nada de lo que hoy
nos rodea.
Me pidió permiso para sentarse a mi mesa. Explicó que todo
estaba completo y necesitaba una base para abrir su portátil. Así que accedí a
compartir mi espacio. Ya su voz fue calándose en mí… para cuando dijo su nombre
yo había olvidado lo que me tenía ocupada y sólo le prestaba atención a él.
A él… Maximiliam.
Le fui observando de hito en hito, a través de mi taza de
café estudié sus facciones, el color de sus ojos, el ovalo de su cara… el
dibujo de su boca cuando encerraba el borde de la taza entre sus labios. Sin
darme cuenta me sonreía al oírle carraspear. Embelesada con el sonido de sus
teclas olvidé mis quehaceres. El tiempo voló.
No sé cómo emprendimos la conversación, empezamos con temas
banales para romper el hielo y de pronto nos estábamos contando nuestro último
fracaso en la vida. Estrenaba un nuevo trabajo justamente en la dirección
contraria hacia donde yo viajaba, ¡Qué curioso es el destino! El silencio se
hizo protagonista por unos instantes y fue cuando lo dijo…
“La vi llegar y tomé la decisión de conocerla, esto no es
casualidad… ahora tiene dos opciones: Una es que sigamos conociéndonos y otra…
que me pida que me marche, aunque intuyo que no hará lo segundo”
Me quedé petrificada por unos segundos, para él fueron
eternos según me dijo más tarde. Evalué la situación… quedaba muy poco para
coger mi tren… casi nada para el suyo… Mi Fama y su trabajo en una balanza,
preguntándome: “si existía el Amor a primera vista”
… porque lo que me estaba proponiendo era una tentación… Ni su Oeste ni mi
Este… al Sur… perdernos en el Sur y lo que tenga que pasar que pase.
Pitaron la salida de nuestros destinos mientras nosotros
sacábamos otros billetes. Se giró con ellos en alto y con su enigmática sonrisa
sólo dijo: “Hagámoslo, ya no hay marcha atrás”