viernes, 27 de abril de 2018




Muchísimas gracias,













                                                                        Angel
                                                                        Ungido con
                                                                        Radiantes
                                                                        Odas y
                                                                        Rimas que
                                                                        Abrazan
                                                                        Tan sutil el
                                                                        Recuerdo
                                                                        Inspirado en su
                                                                        Sentir


                                                               
                                                                         ©Jorge León





lunes, 23 de abril de 2018

EL CIRCO DE LAS MARIPOSAS






Gracias Siempre
Mi Querida Athenea.









El Circo de las mariposas (I):

Y después de todo, de tanto...
Descubres tras el telón del desencanto, que eres el mejor soldado que hay en tus filas de a diario. Bailas como la luz, entre humo y espejos que a veces logran conFundir al instinto. Pero en resumidas cuentas descubres que todo aprendizaje conlleva cambio de líneas, costumbres y hasta observar desde la esquina.Hueles a instinto y a veces desearías no saberlo, sabes a qué sabe el desconSuelo... pero siempre te levantas y sigues DAnzaNDO ... como quien nunca tiñe el alma de luto, porque sabe que al tiempo no le gusta esperar.
Pero, sonríe, sonríe siempre, porque las  sonrisas son como las flores... lo que todos ven, y luego está el tallo y las hojas,con líneas que no todos saben leer, son las huellas del camino, marcas de la palabra sobre la piel...son los pelDaños que soPortan vernos cre(c)er.
Y cuando te miras y te sientes bien, rozas con las alas cualquier meta, siempre. Y ver conlleva entender que no todos los colores nos miran bien porque saben que de ellos buscamos adueñarnos. El instinto siempre nos empuja a  perder para ganar(lo), y luego, eso, aquello... y sigue roDando el desengaño. ¿Y si probamos a respirar y abrazar(lo)? ... el instante que camina al compás de nuestros pasos...sin adelantar(lo), sin inmolar(nos).

AtHeNeA~




martes, 17 de abril de 2018

LA INVITACIÓN





De nuevo y de la mano 
mi participación en su maravillosa propuesta:
"Un Evento Inesperado"
Para seguir disfrutando pinchar aquí.








Los días transcurrían tranquilos... tan monótonos como la misión de Nicolás, dándole a su Rueda.
Me dispuse a mirar el correo mientras le contaba lo más interesante... " Me había roto una uña" - ¡Vaya drama en una vida sosegada! -
Numeraba, Con un leve desagrado, las cartas de publicidad, facturas... Hasta que de repente paré en seco la maniobra automática de ir pasando los sobres... Ahí estaba, ante mí, un sobre diferente... De un rojo intenso, sanguinolento exactamente.

Lo rasgué con sumo cuidado y la sorpresa iba in crescendo. Saqué una cartulina del mismo color... Unas letras cuidadosamente alineadas me invitaban a pasar un fin de semana en el Castillo de Bran. Lo primero que pensé es que había Sido una equivocación. Comprobé que no era así ya que mis datos estaban correctos.

Sopesé la invitación, pros y contras. Miré a Nicolás, éste hacía caso omiso a mis divagaciones. Así que, sin valorar nada más metí en mi maleta de mano lo imprescindible para un par de días, cogí mi cámara de fotos por si la situación requería ser inmortalizada, una botella de vino de regalo como buena invitada y me dispuse a emprender esta aventura.

Llegué ante la puerta de entrada y antes de tocar, ésta se abrió... El cambio de luz fue relevante, debía acostumbrarme en cuestión de segundos a esa penumbra tan diferente de la luz exterior. Una voz de hombre me invitaba a pasar.
Así hice, avanzando por un pasillo y siguiendo las indicaciones me topé de pronto con una puerta entreabierta por donde se fugaba una extravagante y cegadora luz roja.

-Pasa Gabriela, no seas tímida. Me instó un hombre desde el interior.

Me extrañó que supiera que yo estaba al otro lado.
Suponiendo que era el anfitrión, empujé la puerta y le encontré de pie frente a la chimenea, mirando el fuego de una manera enigmática… instintivamente apreté el spray de pimienta que llevaba en el bolsillo, pero su voz me sobresaltó cuando me invitó a servirme una copa de vino y coger algún bombón de la mesita que justo estaba a mi derecha.

Cada vez estaba más intrigada… ¿cómo podía saber tanto de mí? Algo me empujaba a obedecerle y acatando sus órdenes me situé junto a él con mi copa entre las manos y un bombón entre los labios.

-Me alegro de que hayas aceptado esta invitación, Gabriela. –
Dijo mientras se giraba hacia mí levantando su copa e intentando que yo hiciera lo mismo.

Chocamos las copas y su sonido fue hipnotizador, o tal vez fue el efecto del chocolate que ya había empezado a fundirse en mi boca. Su sonrisa en ese brindis fue todo un espectáculo. El brillo de su mirada era demasiado intimidador a la vez que pronunciaba mi nombre con un alargamiento excesivo de las sílabas… Me ardían las mejillas.

-                                 - Ven, te mostraré tu habitación. Serás mi invitada de honor. Durante la cena te contaré el                         motivo de tal evento. Porque supongo que todo esto te parecerá muy extraño ¿No es así?                     No te preocupes, no eres la única invitada. - Acto seguido abrió una de las estancias                             mostrándome su interior.

Fantasmal… esa fue mi percepción. Ya me estaba arrepintiendo de mi valentía. Quise llamar a mi … vaya, no tenía a nadie a quién llamar y tampoco había traído el móvil, es lo que pasa cuando nunca lo usas si no es para cargarlo. Pensé en el pobre Nicolás… dándole a su rueda y totalmente ajeno a mi situación.

Me dispuse a bajar para cenar cuando oí unos ruidos extraños procedentes de un cuarto alejado del mío, la puerta estaba cerrada con llave. Fue inútil intentar abrir.  A punto de desistir sentí el susurro desde el interior.

-                                        -Vete, no bajes al comedor… la cena eres tú. – No estaba segura de haber oído así. 

Pregunté de quién se trataba y otra vez repitió la misma frase. El pánico me sobrepasaba y no me dejaba pensar.


  • -    Estás aquí, querida Gabriela. – Dijo él tras de mí, haciendo que diera un respingo. Temiendo que te perdieras he venido a buscarte yo mismo. 
  • -      ¿Qué o quién está ahí dentro? –Pregunté lo más segura que pude.
  • -     Oh, este Castillo es muy viejo, se oye toda clase de ruidos. Tiene mil historias, ninguna cierta. Sólo es tu imaginación… A mí me ocurrió lo mismo cuando lo compré y me instalé. Pero, ya me he acostumbrado.
Para nada me había tranquilizado. Cada vez estaba más nerviosa. Llegamos al comedor donde estaban dispuestos solamente dos cubiertos. Seguía preguntándome dónde estaba el resto de invitados. Recordé la escena anterior y lo absurdo de mi imaginación.

Sorprendentemente, la cena transcurrió con normalidad. El efecto del vino hizo que poco a poco bajara la guardia y empezara a disfrutar de su compañía. Hasta ese momento no me había fijado en lo atractivo que era.
Le propuse hacernos una foto justo cuando estábamos en los postres. Accedió de manera muy complaciente.

Cuando todo acabó me acompañó hasta mi cuarto despidiéndose de una manera inusual.

-                                        -Procura descansar, Gabriela… hay noches que parecen eternas.
-                                        -Gracias e igualmente, Señor. – Me quedé con las ganas de preguntar a qué había venido                         eso.

Entré rápidamente y me puse el pijama. Me metí en la cama y fue cuando recordé la cámara de fotos. La había olvidado en el salón. Me puse la bata y salí con la decisión de recuperarla.
Otra vez se repitió la misma escena. Esa puerta cerrada, la voz tras ella…
Decidí que en cuanto amaneciera abandonaría el lugar. Como experiencia ya estaba resultando demasiado.

Bajé las escaleras a la carrera. Entré en la amplía estancia. Allí estaba, sobre la mesa, justo en el lugar que había ocupado durante la cena.  La curiosidad me invadió de pronto y quise ver el resultado de las fotos. Un grito ahogado salió de mi garganta. En todas y cada una de ellas sólo estaba yo.

Lo siguiente ocurrió muy deprisa como para recordarlo con detalle, pero ya no importa, tengo toda una eternidad para hacerlo. Después de todo, lo único que te salva es tu actitud ante ciertas situaciones.


©Auroratris