lunes, 1 de enero de 2024

De Sombreros va el Juego

 


 



El paso del tiempo es una realidad. La última invitación del año es la firma tangible del cambio. Pero este Dulce Caballero sabe un truco de magia para que el salto hacia el Año Nuevo no sea nada traumático y sí lleno de aventuras mágicas. Me sonrío de solo pensar en mi indumentaria para lo prometido: fantasía y placer. 


No es que yo quiera competir llevando sombrero como el Dulce Caballero, pero reconozco que es un complemento muy sexy, si se sabe lucir con garbo. Miradle si no a él. Todo elegancia.

Recojo la invitación de mano del mensajero, no le pasa inadvertido mi rostro divertido y me devuelve el suyo algo pícaro. Le cierro la puerta sin más contemplación ya que hoy no tengo tiempo para flirtear. Otro día, según me pille, le sigo el juego.

¡Qué bonita invitación! Cada año se lo curra más y mejor este señor. 


Rauda me voy colocando mi traje Fashions, aunque no lo parezca es muy cómodo para el obligado baile con el anfitrión. El sombrero es un puntazo, es lo más. Estoy a punto de ir vestida solamente con él y mis Manolo Blanhik. Ja, ja, ja, vaya pensamiento se me acaba de cruzar. Fuera, que me haces perder la inspiración, le digo.

Bajo la Luna Violeta, frente a este Castillo Encantado y junto a la distinción del anfitrión me siento tan sofisticada como todo el conjunto.

Tomo su mano, más bien es él quien toma la mía, puedo adivinar el guiño en uno de sus ojos cuando se jacta de la presencia de mi sombrero. Le ha gustado, lo sé porque su brazo rodea mi cintura mientras me introduce en el Gran Salón.

Las gafas de sol es otro complemento sexy. Las deslizo hasta la punta de mi nariz para poder comprobar las bellezas que aguardan mientras las demás vamos llegando. Todas están divinas, como yo, aunque yo parezca un ave del paraíso con estas plumas. Igual tiene truco este traje y puedo echar a volar cuando la noche vaya decayendo. Me lo acabo de inventar, es que con tanto lujo una pierde la cabeza.

Se avecina la hora del juego y mi turno. Todas salen muy contentas tras esa puerta. A ver qué sorpresa me aguarda.

Me introduzco con decisión y él me espera con un trío de cartas extendidas hacia mí. Escojo una de ellas. Mi incredulidad se pasea entre su rostro y la carta en cuestión. Menos en uno de los detalles, ha dado en el clavo. Le observo atentamente por si ha hecho trampa. Él hace lo mismo conmigo, lo cual me pone algo nerviosa porque hay miradas y miradas, esta precisamente es de las que traspasan.

Imagino por un minuto que visualiza mi fantasía de cómo pensaba aparecer en el baile. No lo puedo evitar y me entra la risa floja. Él no entiende el motivo de por qué me estoy partiendo la caja con la carta en la mano. Se levanta de su sillón para coger con extrañeza la carta y con la misma extrañeza me mira fijamente con expresión interrogante en su rostro.

Y yo, entre hipidos por la risa, le cuento mi pensamiento alocado.

Su seriedad se transforma para acto seguido romper el silencio con una gran carcajada. Esto hace que me relaje un poco hasta que escucho el sonido de su voz, profunda y sensual, pidiéndome que cumpla ese deseo o sueño, ya que estamos en el Castillo de los Sueños. Ahí lo deja, tan ricamente.

Me quedo tan inmóvil como el brillo de sus pupilas a través de la máscara. Su porte formal, su figura esbelta es todo un reto. Y yo que soy de retos recojo el guante. La música insinuante que empieza a sonar de fondo me invita a ir retirando las prendas a su ritmo. Me imagino como Kim Basinguer en aquella película, ¡ya quisiera ella ser yo!

Y como la noche va de magia, en un rápido movimiento retiro el sombrero de su cabeza para cubrir mi pecho, el mío hace lo propio cubriendo más abajo. El aplauso y la sonrisa del anfitrión es todo cuanto necesito.

Ha sido una bonita noche de trucos y magia. Desde mi coche creo distinguir su silueta tras el cristal del gran ventanal. Percibo que no está solo. Este Dulce Caballero es todo un Casanova. Le lanzo un beso mientras me despido hasta el año que viene, él responde con otro beso al viento. Es el momento de arrancar el motor de mi Mini y salir  a la carretera antes de que el Sol tome posesión en el cielo y me robe la sensación de ensueño.

 


© Auroratris








Gracias Mi Querido Dulce por este Baile de Máscaras








Muchas Gracias, Dulce Caballero