Mi participación
en la propuesta
"Encrucijada"
del blog de Ginebra Blonde.
Más participaciones AQUÍ.
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Hoy por hoy nada es seguro en esta vida, ni siquiera el cargo
que se regenta. En todos los años como encargada de la Biblioteca
regional nunca me había ocurrido algo parecido. La gente va y viene, pocos son
los que ven más allá de una mujer haciendo cumplir las normas del recinto.
Durante aquél invierno empezó a acudir un grupo de jóvenes necesitados
de documentación. Se pasaban las tardes entre leyes y tomos de libros donde los
casos más relevantes de todos los tiempos protagonizaban una gran pila,
perdiéndose durante horas.
Poco a poco el grupo fue disminuyendo hasta quedar solamente
uno de los miembros. No dejaba de tomar notas e investigar en internet. El
tiempo se le iba sin darse cuenta y yo, yo tenía que cerrar el lugar. Cada día
alargaba unos minutos el momento del cierre. Soy una sentimental
y el chico me daba pena. Veía como hacía para quedarse siempre el último y así
aprovechar la ocasión para llevarse algún libro que días después devolvía a su
leja.
Temía que algún superior se diese cuenta de todo aquello,
simplemente negaría conocer tal actuación, me limitaría a guardar silencio para siempre. Él tampoco estaba
cometiendo ningún acto de vandalismo, yo repasaba el libro en cuestión cuando
lo dejaba y nunca vi nada extraño.
El tiempo pasó entre mi temor a que fuese descubierto y su
afán por alcanzar su objetivo. Todavía recuerdo su última aparición, miraba
nervioso a todos los lados así que me limité a dejarle espacio. Pasados unos
minutos se marchó dejándome un saludo afable y una gran sonrisa. Como siempre,
fui a revisar el libro que había dejado, al mismo cogerlo cayó una nota donde
pude apreciar mi nombre, al abrirla un inmenso gracias ocupaba toda la
cuartilla.
©Auroratris