Mi participación en la propuesta "Surrealismo"
en el blog de Ginebla Blonde.
Más participaciones AQUÍ.
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Artist - Robin Isely) |
Disfrutamos de unas vacaciones en un resort africano,
concretamente Tanzania. No entraba entre mis destinos favoritos, pero me sumé a
la locura de mi amiga. Siempre se queja de que nunca la acompaño en sus iniciativas.
Los días se dividían entre visitas guiadas a los distintos
poblados y aldeas de alrededor, pequeños safaris por la reserva, baños en la
piscina del resort, masajes y relax. La orden era que nadie saliera del recinto
bajo ningún concepto si no quería ser devorado por animales salvajes.
Durante el safari contemplamos a varios de ellos, hermosos y
elegantes los felinos, no parecieran tener mayor peligro, los cachorros se
asemejaban a unos adorables gatitos. Me sentí muy atraída por ellos. Hasta se
les veía sociables. Los elefantes me parecieron unos torpes muy graciosos,
sobre todo los más pequeños. Así fuimos conociendo la fauna y la flora del
lugar. Costumbres y una cultura muy diferente a la europea.
La última noche celebramos el fin de nuestra estancia. Hubo
algo en mi comida, o en todo caso, mi bebida. Es una hipótesis. Recuerdo nítidamente
todo lo que ocurrió en aquella selva idílica. Desde entonces me persigue una
visión de la más surrealista.
No distingo si fue un sueño o realidad. Solo sé que sentía
calor y estaba sentada en el borde de la piscina con los pies dentro del agua. Los
demás seguían dentro, divirtiéndose. Algo se movió en la oscuridad, vislumbré el
acercamiento pausado de dos faros sobresaliendo de allí. La tenue luz dibujó su
forma felina. No hubo miedo en mí, en la leona sentí solo su interés.
Sigilosa se posó a mi lado, me contó una historia sobre mis
antepasados. Se ofreció a mostrarme el lugar en el cual se inició todo. Me vi
sobre ella, desnuda de pudores y vestida de una fuerza que jamás había sentido.
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Cortesía de Ginebra B. |
En plena noche recorrimos una larga distancia hasta salir de
la reserva. Ella insinuó que nos encontrábamos en el sitio al cual yo pertenecía.
No podía ser, no la quise creer. Decía que no me dejara engañar por mi forma
humana. Las dos éramos una y pertenecíamos a aquella tierra. El lado irracional
se transforma en persona para explorar lugares que el lado racional no puede
visitar. Es por eso que cada personal tiene su animal, su alma gemela en algún
lugar del mundo.
Al día siguiente, uno de los empleados me despertó. Continuaba
en el borde de la piscina, sentí un dolor punzante en la cabeza y la sensación achacosa
que dan las agujetas. Ese sueño me había dado caña. Le quise dar las gracias al
trabajador antes de volver a mi habitación. Guiñando uno de sus ojos me respondió
y su respuesta me dejó abrumada:
“Regrese cuando quiera, está en su casa”
©Auroratris