El paso del tiempo es una realidad. La última invitación del año es la firma tangible del cambio. Pero este Dulce Caballero sabe un truco de magia para que el salto hacia el Año Nuevo no sea nada traumático y sí lleno de aventuras mágicas. Me sonrío de solo pensar en mi indumentaria para lo prometido: fantasía y placer.
No es que yo quiera competir
llevando sombrero como el Dulce Caballero, pero reconozco que es un complemento
muy sexy, si se sabe lucir con garbo. Miradle si no a él. Todo elegancia.
Recojo la invitación de mano del
mensajero, no le pasa inadvertido mi rostro divertido y me devuelve el suyo
algo pícaro. Le cierro la puerta sin más contemplación ya que hoy no tengo
tiempo para flirtear. Otro día, según me pille, le sigo el juego.
¡Qué bonita invitación! Cada año se lo curra más y mejor este señor.
Rauda me voy colocando mi traje Fashions,
aunque no lo parezca es muy cómodo para el obligado baile con el anfitrión. El
sombrero es un puntazo, es lo más. Estoy a punto de ir vestida solamente con él
y mis Manolo Blanhik. Ja, ja, ja, vaya pensamiento se me acaba de
cruzar. Fuera, que me haces perder la inspiración, le digo.
Bajo la Luna Violeta,
frente a este Castillo Encantado y junto a la distinción del anfitrión
me siento tan sofisticada como todo el conjunto.
Tomo su mano, más bien es él quien
toma la mía, puedo adivinar el guiño en uno de sus ojos cuando se jacta de la
presencia de mi sombrero. Le ha gustado, lo sé porque su brazo rodea mi cintura
mientras me introduce en el Gran Salón.
Las gafas de sol es otro
complemento sexy. Las deslizo hasta la punta de mi nariz para poder comprobar
las bellezas que aguardan mientras las demás vamos llegando. Todas están
divinas, como yo, aunque yo parezca un ave del paraíso con estas plumas. Igual
tiene truco este traje y puedo echar a volar cuando la noche vaya decayendo. Me
lo acabo de inventar, es que con tanto lujo una pierde la cabeza.
Se avecina la hora del juego y mi turno. Todas salen muy contentas tras esa puerta. A ver qué
sorpresa me aguarda.
Me introduzco con decisión y él me
espera con un trío de cartas extendidas hacia mí. Escojo una de ellas. Mi
incredulidad se pasea entre su rostro y la carta en cuestión. Menos en uno de
los detalles, ha dado en el clavo. Le observo atentamente por si ha hecho
trampa. Él hace lo mismo conmigo, lo cual me pone algo nerviosa porque hay
miradas y miradas, esta precisamente es de las que traspasan.
Imagino por un minuto que
visualiza mi fantasía de cómo pensaba aparecer en el baile. No lo puedo evitar
y me entra la risa floja. Él no entiende el motivo de por qué me estoy
partiendo la caja con la carta en la mano. Se levanta de su sillón para coger
con extrañeza la carta y con la misma extrañeza me mira fijamente con expresión
interrogante en su rostro.
Y yo, entre hipidos por la risa,
le cuento mi pensamiento alocado.
Su seriedad se transforma para
acto seguido romper el silencio con una gran carcajada. Esto hace que me relaje
un poco hasta que escucho el sonido de su voz, profunda y sensual, pidiéndome
que cumpla ese deseo o sueño, ya que estamos en el Castillo de los Sueños. Ahí
lo deja, tan ricamente.
Me quedo tan inmóvil como el
brillo de sus pupilas a través de la máscara. Su porte formal, su figura
esbelta es todo un reto. Y yo que soy de retos recojo el guante. La música
insinuante que empieza a sonar de fondo me invita a ir retirando las prendas
a su ritmo. Me imagino como Kim Basinguer en aquella película, ¡ya
quisiera ella ser yo!
Y como la noche va de magia, en un
rápido movimiento retiro el sombrero de su cabeza para cubrir mi pecho, el mío
hace lo propio cubriendo más abajo. El aplauso y la sonrisa del anfitrión es
todo cuanto necesito.
Ha sido una bonita noche de trucos
y magia. Desde mi coche creo distinguir su silueta tras el cristal del gran
ventanal. Percibo que no está solo. Este Dulce Caballero es todo un Casanova. Le
lanzo un beso mientras me despido hasta el año que viene, él responde con otro
beso al viento. Es el momento de arrancar el motor de mi Mini y salir a la
carretera antes de que el Sol tome posesión en el cielo y me robe la
sensación de ensueño.
© Auroratris
Gracias Mi Querido Dulce por este Baile de Máscaras
Muchas Gracias, Dulce Caballero