Mi participación de julio y agosto
en la propuesta "Luchas internas/Liberación"
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Foto cortesía de Ginebra Blonde |
Tempus Silentii
No es la vida la que te rompe, son las circunstancias. No
luchas contra un adversario sino contra las adversidades a las cuales te
compromete la misma situación. Esto lo aprendió más tarde, en la madurez.
Descubrió que ciertas guerras de guerrillas son necesarias para fluir, soltar
lastre y aceptar los acontecimientos que nos deparan.
Cuando se es joven asocias la muerte con la vejez, la
depravación del ser humano, o el fin para los que ya no tienen más expectativas
de vida. Nunca la relacionas con la juventud, sin embargo, la muerte no
entiende de etnias, edades, estatus, o género.
De niña tuvo un trato amable con ella, normalizó sus visitas
en compañía de la madre. Le enseñaron a no temerla, a que no fuese un tabú que
anular. Algo inusual entre su grupo de amigas.
Pero en la adolescencia todo se magnifica, se vuelve
caótico, y cualquier tema cobra mayor dimensión cuando te toca fibra. La muerte
no iba a ser menos cuando así lo hizo. A una edad prematura se llevó a un ser
muy especial, dejándola sumida en una mísera oscuridad llena de
incomprensiones. No hubo voz que pudiera alcanzar su soledad, penetrar en su
tristeza y devolverla a la luz.
Tal vez el maullido de un gato callejero le hacía recobrar
un atisbo de sonrisa, apenas duraba unos segundos, era el único estímulo que la
hacía reaccionar.
En su búsqueda por encontrar culpables se fue alejando,
rebelándose al mismo tiempo contra todo.
📷Laura Makabresku |
Liberación
Vox Tempus
Al mismo tiempo que te curtes vas creando corazas, es cierto
que son de cartón piedra, pero al fin y al cabo no dejan de serlo. Te vuelves
un poco erizo por tu estado vulnerable, te haces impenetrable hasta que el
tiempo te regala, de nuevo, su benevolencia. Comienzas a prestar atención a tu
alrededor. Te das cuenta de que el paisaje ha cambiado. Incluso la inocencia ha
permutado por un amago de pasión. Te ves con otros ojos. Tal vez, con los
mismos del amor.
Y florecen en ti las ganas de seguir caminando por este
mundo; bajo tu propia mirada, tu criterio y tu experiencia. Sigues en pie de
guerra, pero ahora de una manera menos agresiva hacia los demás y hacia ti
misma. Escuchas tu voz interior y te gusta lo que te dice. Te libera de todo
mal y te entrega al bálsamo de otras voces cerca de ti.
Al recordar lo pasado, solo escuece, ya no hay rabia en las
arterias del corazón ni en los arrebatos del alma.
Dicen que estás creciendo a lo que tú llamas madurez.
©Auroratris
📷Laura Makabresku |
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